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¿Sabías que el vibrador tiene un origen médico y -qué sorpresa- bastante machista?

  • Foto del escritor: Vibras
    Vibras
  • 18 jun 2020
  • 2 Min. de lectura

Ignorar la salud mental en general y pensar que las mujeres son locas no es patrimonio de nuestros tiempos. En Gran Bretaña del siglo XIX la enfermedad que por defecto se le diagnosticaba a cualquier mujer que sufriera de lo que hoy llamamos depresión, ansiedad o cualquier trastorno se llamaba “histeria femenina”, y uno de los remedios era llevar a la mujer al “paroxismo histérico”. ¿Qué quiere decir esto? Alcanzar el orgasmo.


Pero el placer femenino no entraba en la ecuación. De hecho, no estaba considerado que la mujer alcanzara el orgasmo teniendo sexo o con su pareja. No, quien debía llevar a la mujer manualmente al paroxismo era el propio médico. En su consultorio. Estimulando con sus dedos el clítoris. Hoy esto solo es concebible en la trama de alguna porno trillada.


Ahí, recoge el estudio de la investigadora Rachel Maines, “La tecnología del orgasmo”, nace el primer vibrador: para ahorrarle al médico minutos sino horas de extenuante trabajo de masturbación médica. No era un juguete sexual, iba junto al estetoscopio. No llama tanto la atención que cien años después haya gente que le siga llamando "consolador". De ahí, un poco, viene la idea de que quien lo usa está mal.



Tampoco eran un objeto para nada similar al que usamos hoy. Al principio los vibradores funcionaban a vapor o lanzando chorros de agua (¿el origen de quienes hoy se masturban con el bidet?). Es decir, imaginen que esos vibradores se parecían más a los aparatos que usan los dentistas que a los simpáticos aparatos que hoy tenemos en nuestros cajones.


En 1883 el doctor Joseph Mortimer (¡gracias, Joseph) decide producir un vibrador de mano, que se conectara a la corriente para funcionar. Es pronto adoptado por otros médicos, pero también empieza a ser adquirido por mujeres para sus hogares. Recuerden que hasta ese momento a ningún varón le importó o asoció placer femenino con este aparato médico. Por lo tanto no estaba visto como un objeto pudoroso, pervertido o siquiera sexual. Entonces los vibradores eran publicitados en revistas para el hogar como “masajeadores” para curar dolores de cabeza, masajear el rostro, reducir arrugas y tener a las mujeres felices. Menos lo de las arrugas, no es del todo objetable.


Fue en 1920 cuando el velo de la culpa y el pudor alcanzaron al vibrador, gracias a sus apariciones en películas pornográficas. El vibrador pasó a ser un tema tabú y vivió en la oscuridad por muchísimos años hasta que en 1968 Hitachi relanzó el Magic Wand (un vibrador con una cabeza como de micrófono para masajear el clítoris), que fue furor. En los 90 se inventa el Rampan Rabbit, un vibrador hoy bastante típico, con forma fálica y una protuberancia al costado hecha para estimular el clítoris al tiempo que se usa la parte larga para penetración. En el presente, existen vibradores de todo tipo, forma y color.


Desde Vibras queremos que el vibrador (que no es solo para mujeres) vuelva a ser un objeto que sea tan aceptado como para publicitarse en revistas, y no porque cure la histeria femenina, sino porque el placer sexual saludable es un derecho para todxs.


 
 
 

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